Me faltan diez días de fotografías y aventuras en albercas saladas* y
rompeolas* y aviones* y embarcaciones* y animales salvajes que no
parecen animales salvajes* y volcanes que siguen vivos* y la montaña más
alta del mundo medida de su base al techo* y aeropuertos más rústicos
que la cabaña que había en mi casa vieja* y muchas muchas cosas más*,
pero por el momento sólo aviso que ya enllegamos y enllegamos bien y no
se nos perdió ninguna maleta* ni ningún miembro importante de la
excursión.
(Nótese
que esta foto no la tomé yo y no tiene casi nada que ver con nada
porque no llegué ni por ahí ni por ese medio a la ciudad, sólo quería
ilustrar mi llegada, gracias)
Muy próximamente, todas las fotos (que valen la pena) en el facebu y muchas varias aquí.
Gracias, vuelvan pronto.
Friday, July 27, 2012
Thursday, July 26, 2012
Dia 7
Nos dijeron que tenía más de mil escalones, para variar no les creímos.
Nos dijeron que no era cualquier cosa, para variar no les creímos. Nos
dijeron también que valía la pena. Les creímos. Nos avisaron que a las 6
pasa la grúa y se lleva los coches que estén en la calle del hotel. En
este caso la fuente era un letrero así que le creímos.
Nos levantamos a las 5:40.
Arrancamos el coche.
Llenamos el tanque de gasolina.
Salimos rumbo al volcán.
Llegamos a la base de la escalera.
Y vimos que no exageraban.
En realidad eran 1033.
Y la vista desde la cima, para variar, maravillosa. De un lado, el cráter del volcán.
Todo eso que se ve adentro es un parque natural que está retacado de plantitas y plantotas y arbolitos y arbolotes. Desde arriba, como se ve en la foto, sólo se ve verde. No bajamos por ese lado básicamente porque estaba prohibido, pero ganas no nos faltaron.
Del otro lado se ve el mar. En realidad el mar se ve por todos lados menos uno, pero del lado que hablo se ve rebien.Que el puerto, que los barquitos, que la escuelota, que la carretera, allá al fondo la ciudad con sus edificiotes, un poco menos allá el otro volcán, un poco menos allá el cráter que está abierto y da al mar, y finalmente, al pie de la montaña, un pueblo de cuyo nombre no es que no quiera sino que nomás no me acuerdo.
Antes de que fuera hora de desayunar, regresamos al hotel para acompañar a la jefa que por razones de soberana enfermedad no nos pudo acompañar. En cuanto llegamos, todos sudados y enterregados, yo me quedé dormido y medio me valió lo que hicieron los demás. Más tarde me enteré de que no hicieron nada. Así que, cuando ya era más tarde y ya me había enterado de que no habían hecho nada en todo el tiempo que yo estuve dormido, me avisaron que ya se iban a dar la vuelta al cráter del volcán previamente subido por algunos de nosotros. Yo me sentía dormido así que no hice nada.
Cuando desperté visité la alberca y me di cuenta de que esa parte del hotel también estaba bien fea, pero tenía una vista que, a pesar de no ser al mar, estaba bastante decente.
Llegó la hora de comer que es bastante más tarde que mis horas habituales de comida, lo que significa que el atardecer estaba en su esplendor cuando llegó la hora de comer. Salí al encuentro de los que no estaban dormidos y en el camino me tocó ver una puesta del sol más de esas que tanto me gustan.
La comida china es grasosa, muy abundante y muy cara, y, para variar, la sirven chinas que no saben hablar otra cosa que no sea chino.
Unas horas más tarde me arrepentiría de haber comido tanto arroz pegajoso.
Nos levantamos a las 5:40.
Arrancamos el coche.
Llenamos el tanque de gasolina.
Salimos rumbo al volcán.
Llegamos a la base de la escalera.
Y vimos que no exageraban.
En realidad eran 1033.
Y la vista desde la cima, para variar, maravillosa. De un lado, el cráter del volcán.
Todo eso que se ve adentro es un parque natural que está retacado de plantitas y plantotas y arbolitos y arbolotes. Desde arriba, como se ve en la foto, sólo se ve verde. No bajamos por ese lado básicamente porque estaba prohibido, pero ganas no nos faltaron.
Del otro lado se ve el mar. En realidad el mar se ve por todos lados menos uno, pero del lado que hablo se ve rebien.Que el puerto, que los barquitos, que la escuelota, que la carretera, allá al fondo la ciudad con sus edificiotes, un poco menos allá el otro volcán, un poco menos allá el cráter que está abierto y da al mar, y finalmente, al pie de la montaña, un pueblo de cuyo nombre no es que no quiera sino que nomás no me acuerdo.
Antes de que fuera hora de desayunar, regresamos al hotel para acompañar a la jefa que por razones de soberana enfermedad no nos pudo acompañar. En cuanto llegamos, todos sudados y enterregados, yo me quedé dormido y medio me valió lo que hicieron los demás. Más tarde me enteré de que no hicieron nada. Así que, cuando ya era más tarde y ya me había enterado de que no habían hecho nada en todo el tiempo que yo estuve dormido, me avisaron que ya se iban a dar la vuelta al cráter del volcán previamente subido por algunos de nosotros. Yo me sentía dormido así que no hice nada.
Cuando desperté visité la alberca y me di cuenta de que esa parte del hotel también estaba bien fea, pero tenía una vista que, a pesar de no ser al mar, estaba bastante decente.
Llegó la hora de comer que es bastante más tarde que mis horas habituales de comida, lo que significa que el atardecer estaba en su esplendor cuando llegó la hora de comer. Salí al encuentro de los que no estaban dormidos y en el camino me tocó ver una puesta del sol más de esas que tanto me gustan.
La comida china es grasosa, muy abundante y muy cara, y, para variar, la sirven chinas que no saben hablar otra cosa que no sea chino.
Unas horas más tarde me arrepentiría de haber comido tanto arroz pegajoso.
Wednesday, July 25, 2012
Dia 6
Fue como un descanso de las vacaciones. Nuestras espaldas necesitaban
descansar de tanto coche. La pila necesitaba recargarse y también
queríamos comer decentemente. No hay fotos de ese día. Sólo compramos
comida en el supermercado y fuimos a cocinarla a casa de los parientes
de nuestro querido guía carlos. Cuando regresamos, ya bien entrada la noche, pasamos por un gran complejo cinematográfico.
Ahora pudo presumir de haber visto Inglorius Basterds casi casi el día que se estrenó.
Ahora pudo presumir de haber visto Inglorius Basterds casi casi el día que se estrenó.
Tuesday, July 24, 2012
Dia 5
Dios bendiga las drogas fuertes
Despierto (casi) como si nada. El frugal desayuno tropical (hasta el momento inexistente) se ve reducido el día de hoy a una cucharada sopera de cereal de cajita, humedecido con una cucharada sopera de yoghurt.
Salimos rumbo a la punta norte de la isla. Según nuestro guía (al que vamos a llamar Carlos por ser ese su nombre), ese es el lugar que se ve en tantas películas y series y posters y fotos y vídeos y programas y...
Hombres y mujeres de cuerpos esculturales bronceandose en la arena.
Grandes y terroríficas olas golpeando sin piedad los millones de kilómetros de playas que tiene este lugar.
Señoras con tubos de bronceador en las manos persiguiendo a niños con palas de plástico en las manos que persiguen a perros con collares de colores en el cuello que persiguen a las gaviotas casi siempre blancas que buscan animales con concha entre las grandes y terroríficas olas del mar.
Un señor a bordo de un camión de helados y un millón de niños que solo sueltan sus palas de plástico de colores a cambio de un helado que el señor les dará a cambio de cierta cantidad de dinero.
Millones de hombres y mujeres desafiando las grandes y terroríficas olas armados solo con una tabla de fibra de vidrio y todo el equilibrio del que son capaces de disponer.
Si, estamos en el paraíso.
O casi.
El paraíso vive aquí pero en estos momentos está de vacaciones en otra isla, y de todas las promesas que nos hizo, sólo dejó algunos pocos cuerpos no tan esculturales y un camión de helados que vende solamente a los turistas incautos que no saben que el helado de McDonalds es más barato y sabe igual.
Aquí no hay niños corriendo ni mamás que los persigan.
No hay gaviotas ni animales con concha.
Las olas más salvajes de la isla están descansando y en su lugar dejaron una alberca salada.
Los valientes surfeadores se quedaron a dormir en sus casas y hoteles...
Pero el lugar sigue siendo espectacular.
Y el pueblo más cercano al lugar es todo lo que uno espera poder ver al venir aquí. Edificios chaparros y de colores. Pórticos con mesedoras. Campos interminables de cosas verdes. Árboles frondosos que dan suficiente sombra para tapar una granja. Calles apenas pavimentadas. Tiendas de cosas de surf por todos lados. Bares de deportes con clientes fachosos y meseras amables. Plantas y plantas. Motivos marinos. Colores. Se te cae todo encima. Nada de chinos.
Cuando juego al photoshop, me gusta aumentarle la saturación a las fotos que edito. Aquí no es necesario. El cielo es más azul que los demás cielos. El mar es más azul que los demás mares. Los sembradíos son más verdes que los demás sembradíos. El rojo es más rojo, el morado es más morado. No me gusta tanto exagerar, sobre todo tratandose de este país, pero este lugar tiene tanto color que me emociona.
El mar está tan tranquilo que hasta la montaña se quiere meter a nadar. Un pedazo de cerro se cae y bloquea la carretera de regreso. Hay que dar un rodeo de dos horas. Una hora y media por la carretera junto al mar. Anocheciendo. 25 grados centígrados.
Mientras los demás discuten de abogados y relaciones difíciles, me enchufo el aparatito y escucho la colaboración de los Chemical Brothers con Wayne Coyne de los Flaming Lips. Una y otra vez.
Walking along the supposed golden path...
Walking along the supposed golden path...
Walking along the supposed golden path...
Walking along the supposed golden path...
Despierto (casi) como si nada. El frugal desayuno tropical (hasta el momento inexistente) se ve reducido el día de hoy a una cucharada sopera de cereal de cajita, humedecido con una cucharada sopera de yoghurt.
Salimos rumbo a la punta norte de la isla. Según nuestro guía (al que vamos a llamar Carlos por ser ese su nombre), ese es el lugar que se ve en tantas películas y series y posters y fotos y vídeos y programas y...
Hombres y mujeres de cuerpos esculturales bronceandose en la arena.
Grandes y terroríficas olas golpeando sin piedad los millones de kilómetros de playas que tiene este lugar.
Señoras con tubos de bronceador en las manos persiguiendo a niños con palas de plástico en las manos que persiguen a perros con collares de colores en el cuello que persiguen a las gaviotas casi siempre blancas que buscan animales con concha entre las grandes y terroríficas olas del mar.
Un señor a bordo de un camión de helados y un millón de niños que solo sueltan sus palas de plástico de colores a cambio de un helado que el señor les dará a cambio de cierta cantidad de dinero.
Millones de hombres y mujeres desafiando las grandes y terroríficas olas armados solo con una tabla de fibra de vidrio y todo el equilibrio del que son capaces de disponer.
Si, estamos en el paraíso.
O casi.
El paraíso vive aquí pero en estos momentos está de vacaciones en otra isla, y de todas las promesas que nos hizo, sólo dejó algunos pocos cuerpos no tan esculturales y un camión de helados que vende solamente a los turistas incautos que no saben que el helado de McDonalds es más barato y sabe igual.
Aquí no hay niños corriendo ni mamás que los persigan.
No hay gaviotas ni animales con concha.
Las olas más salvajes de la isla están descansando y en su lugar dejaron una alberca salada.
Los valientes surfeadores se quedaron a dormir en sus casas y hoteles...
Pero el lugar sigue siendo espectacular.
Y el pueblo más cercano al lugar es todo lo que uno espera poder ver al venir aquí. Edificios chaparros y de colores. Pórticos con mesedoras. Campos interminables de cosas verdes. Árboles frondosos que dan suficiente sombra para tapar una granja. Calles apenas pavimentadas. Tiendas de cosas de surf por todos lados. Bares de deportes con clientes fachosos y meseras amables. Plantas y plantas. Motivos marinos. Colores. Se te cae todo encima. Nada de chinos.
Cuando juego al photoshop, me gusta aumentarle la saturación a las fotos que edito. Aquí no es necesario. El cielo es más azul que los demás cielos. El mar es más azul que los demás mares. Los sembradíos son más verdes que los demás sembradíos. El rojo es más rojo, el morado es más morado. No me gusta tanto exagerar, sobre todo tratandose de este país, pero este lugar tiene tanto color que me emociona.
El mar está tan tranquilo que hasta la montaña se quiere meter a nadar. Un pedazo de cerro se cae y bloquea la carretera de regreso. Hay que dar un rodeo de dos horas. Una hora y media por la carretera junto al mar. Anocheciendo. 25 grados centígrados.
Mientras los demás discuten de abogados y relaciones difíciles, me enchufo el aparatito y escucho la colaboración de los Chemical Brothers con Wayne Coyne de los Flaming Lips. Una y otra vez.
Walking along the supposed golden path...
Walking along the supposed golden path...
Walking along the supposed golden path...
Walking along the supposed golden path...
Monday, July 23, 2012
Dia 4
Despierto a las 8:30. Me duele mucho la cabeza y estoy muy mareado. Casi tanto como cuando me enfermo.
Salimos en el coche y llegamos a un bosque. Si digo que tupido me quedaría muy corto.
Caminar en el bosque tiene un efecto tranquilizador que pocas medicinas tienen. Escuchar los ruidos de la selva y ver todos los tonos de verde hacen que se me olvide el malestar general por un rato.
Después de caminar sin rumbo por un rato, llego al inicio de la vereda que lleva al pie de una cascada.
Las cascadas siempre me han gustado y más cuando tienen algún lugar en el que me puedo meter a chapotear. Por desgracia, por una vez mi sentido común apareció y decidí no meterme para no empeorar la enfermedad que venía aumentando.
Finalmente, y sólo después de comer una gran torta de atún, la gripa gana y me tengo que refugiar en el hotel. Si descanso (y tomo mis drogas fuertes), tal vez mañana me levante bien y puedo volver a las vacaciones.
Salimos en el coche y llegamos a un bosque. Si digo que tupido me quedaría muy corto.
Caminar en el bosque tiene un efecto tranquilizador que pocas medicinas tienen. Escuchar los ruidos de la selva y ver todos los tonos de verde hacen que se me olvide el malestar general por un rato.
Después de caminar sin rumbo por un rato, llego al inicio de la vereda que lleva al pie de una cascada.
Las cascadas siempre me han gustado y más cuando tienen algún lugar en el que me puedo meter a chapotear. Por desgracia, por una vez mi sentido común apareció y decidí no meterme para no empeorar la enfermedad que venía aumentando.
Finalmente, y sólo después de comer una gran torta de atún, la gripa gana y me tengo que refugiar en el hotel. Si descanso (y tomo mis drogas fuertes), tal vez mañana me levante bien y puedo volver a las vacaciones.
Sunday, July 22, 2012
Dia 3
Traemos un guía que ha venido como mil veces y dice que se las sabe de todas todas, a mi la verdad ya medio me hartó, pero él convenció al jefe de venir y eso se lo tengo que agradecer.
Conseguimos transporte y vamos a recorrer el lugar.
Desde aquí el pacífico no es tan pacífico. Muchas montañas y lugares más verdes que los ojos más verdes.
Soy feliz con mi cámara.
Si yo fuera pescador, y me muriera cumpliendo con mi labor de alimentar al mundo, quisiera un altar en un lugar como este. No puedes tener mayor reposo.
No hay muchas palabras para describir esto. El contraste entre el verde de las plantas y el azul del mar es maravilloso.
Y luego otro atardecer de esos que hacen que me guste la fotografía.
Saturday, July 21, 2012
Dia 2
Buscando donde desayunar, acabamos en un rico local del área de comida rápida de un centro comercial bien fresón.
Dicho local es atendido por chinas que no hablan otra cosa que chino. Bobeamos por el centro comercial hasta que la hora fue decente para dejar de bobear ahí y empezar a bobear por la calle se convirtió en la mejor opción.
Tomamos la avenida principal con el objetivo de llegar a las playas del final, pero me distraje en una tienda y los demás me dejaron atrás.
Tuve que meterme a la primera playa que vi y empezar a caminar justo donde el agua del mar deja de llegar.
Sin tenis, sin camisa, sin preocupaciones. Encontré a los jefes 4 horas después y ni se acordaban de que no estaba con ellos.
Sentado en la arena.
Cada ola entierra más mis pies. El sol golpeando hombros y cara. Algo relacionado con el orgullo me dice que no debería estar aquí, pero como dijo Marcelllus Wallace, Fuck Pride. Me gusta el sonido de las olas del mar, me gusta jugar en la arena, me gusta la playa y definitivamente me gusta estar aquí.
Por ver ese atardecer bien vale la pena el viaje hasta acá.
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